Las mujeres que enseñan la Biblia a mujeres con frecuencia enfrentan la tentación de tomar un pasaje y cubrirlo con un significado único a la condición de ser mujer. En cualquier momento que tomemos un pasaje que tiene el propósito de enseñar a la gente y lo enseñemos como si tuviera el propósito específico de enseñar a las mujeres, corremos el riesgo de feminizar el texto.
No quiero decir que no podamos buscar aplicaciones específicas a los diferentes géneros en un texto que se refiera a ambos. Más bien, quiero decir que debemos cuidarnos de dar una interpretación y aplicación que le quite la intención original al enfocarse con exclusividad en el marco de un género específico.
El libro de Rut no es un libro sobre mujeres para mujeres, como la carta de Judas no es un libro sobre hombres para hombres. La Biblia es un libro sobre Dios, escrito para la gente.
Por supuesto, enseña el Salmo 139 en lo que se refiere a las mujeres y a la imagen corporal, pero resiste el deseo de enseñarlo solo así. No es el papel de la maestra hacer la Biblia relevante o aceptable para las mujeres. Su tarea es enseñar el texto con responsabilidad. Algunas veces una maestra trae una perspectiva diferente del texto, de la que traería un hombre por causa de su género, pero no siempre es así. Una estudiante que ha invertido tiempo en el el texto antes de oír una enseñanza sobre él, sabrá cuándo el texto está siendo feminizado.
Jen Wilkin