¿Qué puedo hacer ante el enojo o la amargura de otra persona?
Es triste, pero lo cierto es que tarde o temprano todos vamos a tropezarnos con alguien que siente enojo o amargura hacia nosotros. ¿Qué debe hacer cuando se convierta en el objeto de la amargura de otra persona? ¿Cómo debería reaccionar ante la furia que alguien le dirija específicamente? Responder a la amargura con más amargura siempre desemboca en una situación combativa o hasta explosiva. ¿Qué debería hacer entonces?
Primero, declárese la verdad del asunto ¿Qué sucedió? ¿Cómo se inició y desarrolló el problema? ¿Cometió usted alguna error? Puede ser que usted no puede reconstruir por completo los hechos para entender la situación, pero trate de recordar con toda honestidad cómo se produjo el arrebato.
Segundo, escuche atentamente lo que dice la otra persona. La amargura y el enojo casi siempre se desprenden de una herida más profunda. Diga algo similar a esto: «Parece que esto te produce mucho enojo. iPodemos hablar del asunto?» El simple hecho de hacer la pregunta puede ayudar a calmar los animos. Aunque usted tal vez no pueda arrancar la raíz de amargura en la vida de otra persona, si puede impedir que se arraigue en su propio corazón y pedirle a Dios que le ayude a entender por qué esta persona se siente de esa manera.
En tercer lugar, siempre que esté bajo algún ataque personal, es muy importante que recuerde el amor personal de Dios hacia usted. Puede ser que haya cometido errores, pero eso no cambia los sentimientos del Señor en cuanto a usted. Pídale que le anime a través de su Palabra.
Cuarto, pídale a Dios que le ayude a responder con Su amor y Su gracia, y que le proteja de ataques airados. En el Salmo 64, vemos que David oró pidiendo que Dios lo librara de ataques enemigos llenos de amargura. Escribió: «lanzan cual saeta suya, palabra amarga, para asaetear a escondidas al íntegro» (Sal 64.3, 4). A veces la persona airada le atacará poniendo a otros en su contra, con acusaciones. Sin embargo, usted no debe temer a tal veneno, porque Dios protege y defiende a Su pueblo (Sal 64.7-10).
La amargura es una reacción mucho más profunda y compleja que una simple expresión momentánea de enojo. Es una fortaleza satánica que debe enfrentarse con toda franqueza. Dios nos manda tener cuidado en esta área: «no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, por ella muchos sean contaminados (He 12.15).
Si usted llega a ser blanco de acusaciones amargas o ataques personales odiosos, invoque la protección de Dios. Pídale que le dé sabiduria en su trato con la otra persona, así como una perspectiva sana sobre todo el asunto. Su reacción al ataque es lo que más le interesa a Dios, asi que sea firme sin perder el amor en todo lo que haga y diga.
Charles Stanley | Principios de vida
“Libremos nuestras batallas de rodillas y siempre obtendremos la victoria”.
“No hay nada como la oración para ahorrar tiempo”.