Ultimamente no oímos hablar mucho acerca del crecimiento espiritual. Muchos creyentes en nuestra sociedad se han dejado desviar por enseñanzas diversas que prometen poder, energía sobrenatural y éxito sin tener que pasar por el proceso de crecimiento para alcanzar la madurez cristiana. Están buscando experiencias espectaculares, puntos de inflexión trascendentes, soluciones instantáneas para sus problemas espirituales; pero la victoria real y duradera no se obtiene por esos medios. El plan de Dios es que alcancemos la madurez a través de un proceso continuo de crecimiento.
El hecho de que la iglesia contemporánea haya dejado de dar importancia al crecimiento espiritual está produciendo frutos amargos. Millones de personas que se confiesan cristianas se ven afectadas por una atrofia en su desarrollo. Las iglesias están llenas de gente espiritualmente inmadura, sin discernimiento, débil y fragil: el subdesarrollo espiritual es la norma, no la excepción. Miles de individuos —quizá millones— dependen ahora de la “terapia” y, obviamente, prefieren confiar en los psicólogos antes que pasar por los rigores del verdadero discipulado cristiano y del crecimiento en la gracia.
Esto representa una seria amenaza para la iglesia. Hablando francamente, puede ser un síntoma de que algo anda terriblemente mal; ya que el crecimiento constituye uno de los signos esenciales de la vida tanto en el terreno físico como en el espiritual. Si no hay crecimiento es que tampoco existe vida verdadera. Allí donde no se observa crecimiento espiritual tenemos buenas razones para dudar de que haya vida cristiana.
¿Está usted creciendo? Si no es así — o no esta contento con su ritmo de crecimiento — […] De una cosa puede estar seguro: Dios quiere que todo cristiano alcance la madurez spiritual. Su Palabra nos manda que crezcamos “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 P. 3:18). Esta es nuestra obligación… ¡y nuestro privilegio! Día tras día podemos avanzar hacia un conocimiento más pleno, elevado, personal y experimental de Dios y de Cristo. Nos es posible llegar, a través de su Palabra, al Dios que la escribió, y conocerlo a Èl de un modo más íntimo.
Tengo la impresión de que muchas personas albergan ideas equivocadas acerca de la madurez espiritual: no están creciendo todo lo rápido que podrían hacerlo, o se encuentran atrapadas en un nivel muy inferior al que deberían estar, porque entienden mal lo que significa ser espiritualmente maduro y crecer en la gracia.
Extracto tomado de: Llaves del Crecimiento Espiritual | John MacArthur
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