Pero cuando Policarpo entró en el estadio le llegó una voz del cielo, diciendo: «Sé fuerte, Policarpo, y compórtate varonilmente». Y nadie vio al que hablaba, pero los que son de los nuestros que estaban presentes oyeron la voz. Y al final, cuando fue traído, hubo un gran tumulto, porque oyeron que habían capturado a Policarpo. Así pues, cuando lo presentaron delante del procónsul, este inquirió si él era el hombre. Y al confesar que lo era, intentó persuadirlo a que abjurara, diciendo: «Ten respeto a tu edad»; y otras cosas semejantes, como acostumbran decir: «Jura por el genio [o “fortuna”] de César; arrepiéntete y di: Fuera los ateos». Entonces Policarpo, con mirada grave, contempló toda la multitud de paganos impíos que había en el estadio, y les hizo señal con la mano; y gimiendo y mirando al cielo, dijo: «Fuera los ateos». Pero cuando el magistrado insistió y le…
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