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Pero ¿qué dice?: «Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón». Esta es la palabra de fe que predicamos: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10.8–10
Por Christopher Shaw
A efectos de comprender mejor el funcionamiento del ser humano es útil identificar las diferentes áreas que lo componen: el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu (o el corazón). La persona completa es aquella que ha logrado un buen nivel de desarrollo en cada una de estas áreas de la vida. En nuestros tiempos, sin embargo, vemos que el hombre vive una vida cada vez más fragmentada, mostrando una gran disparidad en el nivel de desarrollo logrado entre los diferentes elementos que componen su humanidad.
Cuando consideramos al hombre contemporáneo observamos que, sin duda, posee un alto nivel de desarrollo intelectual. El proceso educativo formal, que es casi exclusivamente mental, ocupa al menos un tercio de la vida del ser humano. Vivimos también en una época en que ha proliferado como nunca antes el acceso del hombre a toda clase de información acerca de los temas más diversos. Alguien ha señalado que un diario típico de cualquiera de las grandes ciudades de nuestro continente posee más información de lo que una persona en el siglo XVII podía acumular en toda una vida.
Increíblemente, esta verdadera avalancha de información no ha producido personas más sanas y equilibradas. Al contrario, pareciera que la distancia que separa el desarrollo mental del desarrollo emocional o espiritual es cada vez mayor. El nivel de disparidad entre estas diferentes facetas de nuestra humanidad ha llegado a niveles alarmantes, y ha producido personas altamente desarrolladas en lo intelectual que, a la vez, son primitivas en lo emocional y espiritual.
Esto representa un verdadero obstáculo para aquellos que desean entrar en una dimensión más profunda de la vida espiritual. El lenguaje principal en el reino de los cielos es espiritual, pero este es el aspecto del ser humano que demuestra menos evidencias de desarrollo. En el texto de hoy, sin embargo, Pablo afirma que la acción de creer, para los hijos de Dios, es una acción que ocurre primordialmente en la esfera del corazón. Es una convicción espiritual que desafía las estructuras intelectuales que utilizamos para analizar y entender todos los demás aspectos de la vida. En lo intelectual la mente se mueve confiada frente a los desafíos normales de este mundo, pero en lo espiritual tiene que contentarse con un rol secundario. No es que la mente no tiene ninguna función en la vida espiritual, sino que está limitada en su capacidad de incursionar en los misterios de Dios. La persona madura en Cristo no alcanza este crecimiento porque haya entendido que las propuestas de Dios son lógicas y fáciles de entender, sino porque posee una persuasión que es producto de una relación con el Señor.
Para pensar:
La convicción espiritual que mueve la vida del discípulo está directamente ligada a su cercanía a Dios. A mayor intimidad, mayor certeza de que el camino trazado por el Espíritu es el correcto.