Firmeza de propósito 

  
Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Lucas 9.51

Por Christopher Shaw

El versículo del devocional de este día nos da una perspectiva interesante del ministerio de Jesús. El Hijo de Dios reveló, durante su peregrinaje terrenal, que su único interés era cumplir con la tarea que Dios le había puesto por delante. «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra… he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (Jn 4.34; 6.38). En esta declaración vemos que entendía claramente su misión, la cual incluía entregar su vida en la cruz por aquellos que amaba.

El texto de hoy ilustra la manera en que se debe llevar adelante una misión. Este es un tema importante, pues aunque un líder sepa cuál es el proyecto en el que debe involucrarse también puede errar en la implementación del mismo. Tal fue el caso de Moisés que, notablemente, tenía a los cuarenta años el mismo objetivo que Dios le planteó a los ochenta: la liberación del pueblo israelita. Moisés, sin embargo, cometió el grave error de creer que el fin justificaba los medios y, por ende, atrasó cuatro décadas al cumplimiento de este proyecto.

En primer lugar podemos notar, en el actuar de Cristo, que existe un tiempo establecido para la implementación de un plan. Este tiempo lo determina, en su soberanía, el Dios a quien servimos. Nuestra responsabilidad, como líderes, es discernir cuándo es el momento propicio para ponerse en marcha. Cuando el Espíritu disuadió a Pablo de pasar a Asia (Hch 16.9–10) no indicaba, de ninguna manera, falta de interés porque los pueblos de esa región conocieran las buenas nuevas. Más bien era porque había otra región, Macedonia, que se encontraba en el momento ideal para recibir la visita del apóstol, pues el Espíritu la había preparado para recibirlo. Del igual manera, Jesús percibió que había llegado el tiempo en que debía encaminarse hacia Jerusalén. Anteriormente había declarado a sus discípulos: «Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido» (Jn 7.8). Podemos ver, entonces, que el tiempo es una cuestión fundamental para la eficacia de un proyecto.

En segundo lugar observamos que «afirmó su rostro» para ir a Jerusalén. La frase indica una decisión más firme que simplemente deambular por el camino hacia la gran ciudad judía. Jesús entendía que entraba en la etapa más difícil de su peregrinaje; en ella se enfrentaría no solamente a una creciente oposición, sino a sus propios temores frente a la cruz. Para avanzar con paso firme hacia la copa que el Padre le tenía reservada, era necesario que dispusiera su espíritu para desatender todo aquello que pudiera distraerlo de su cometido. Aunque no ignoraba las grandes dificultades que tenía por delante, decidió no permitir que las mismas afectaran el cumplimiento de su misión. Esta firmeza de propósito es fundamental para el líder que aspira a ser exitoso en su ministerio, pues de seguro se enfrentará a una multitud de situaciones adversas en el camino.

Para pensar:

«Solamente esfuérzate y sé muy valiente, cuidando de obrar conforme a toda la Ley que mi siervo Moisés te mandó» (Jos 1.7).

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